La Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafael Botí, en su línea de alentar iniciativas artísticas, estimular nuevas formas de creación visual, promover y difundir el arte actual, potenciando a Córdoba como ciudad referente de la creación contemporánea, organiza una nueva edición de la Bienal de Artes Plásticas Rafael Botí, en colaboración con la Delegación de Cultura de la Diputación de Córdoba, avanzando en su propósito de fomentar la creación contemporánea, desde la variedad de propuestas y códigos artísticos.

Superadas sus dos décadas de vida, la bienal celebra su novena edición, constituida en referente de las convocatorias de arte contemporáneo en nuestro país, como espacio de encuentro, reflexión y crítica, visibilización y mecenazgo artístico.

Calidad, técnica, innovación, trayectoria y creatividad han sido valoradas por un jurado compuesto por reconocidos profesionales del ámbito de las Artes y la Cultura. Lucía Casani, directora de La Casa Encendida, Beatriz Espejo, periodista, crítica de arte y comisaria, junto a Michel Hubert Lepicouché, poeta, crítico y comisario, se han encargado de la selección de obras de entre un total de más de cien que conforman la exposición expuesta en el Centro de Arte Rafael Botí y que reflejan la amplitud de miras, las múltiples tendencias del arte actual.

De estas obras, seis han sido adquiridas para pasar a formar parte de los fondos propios de la institución provincial. Dieciocho obras conforman la selección de esta IX Bienal de Artes Plásticas Rafael Botí, en una variedad de formatos, lenguajes y conceptos. Vídeo, escultura, pintura, fotografía…

Obras presentadas por artistas de distintas generaciones y estilos, que ilustran lo variopinto de la creación actual, abriéndonos un campo de reflexión y aprendizaje. De la idea a la forma, de la teoría a la práctica y de ésta a la contemplación y a la enseñanza. El arte sigue siendo ese «hacer algo de la nada», que diría Frank Zappa, ese campo ilimitado donde soñar y construirse, un vehículo de expresión íntima, y a la vez un reflejo de la sociedad, que completa su significado al ser expuesto, compartido. Es ahí donde adquiere otra dimensión y trascendencia.

«Si me pregunta para qué vine al mundo, siendo artista, le responderé: para vivir en voz alta», dijo Émile Zola. Se ha buscado crear un recorrido fluido a pesar de la naturaleza heterogénea de esta muestra, inevitable por ser fruto de una convocatoria abierta. El espacio ofrece al visitante una sugerente pluralidad teórica y plástica que se manifiesta en el juego entre tradición y modernidad, figuración y abstracción, en su carácter conceptual, geométrico, lineal, expresivo, minimalista, óptico, simbólico y existencial, con claras referencias a la naturaleza, a la construcción del paisaje, al objeto, a la materia, a lo social o a la memoria.

En la primera sala de la exposición encontramos obras vinculadas a espacios tanto urbanos como naturales y al ser humano en su relación con ese espacio. La fragilidad, la fuerza, lo tangible y lo incierto se miran a los ojos. La geometría, sin embargo, ha tomado la segunda sala, con obras en las que adquieren importancia la búsqueda de cierto ilusionismo óptico, el juego visual y también táctil, la línea, la memoria y la luz. Ambos espacios unidos por un propósito intrínseco del arte contemporáneo: cuestionar lo establecido.